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Sociedad

Domingo 08 de Diciembre de 2019 - Actualizada a las: 08:46hs. del 09-12-2019

MONSEÑOR ABRIÓ EL AÑO MARIANO NACIONAL

"Amemos a Dios y, amados por Él, amemos a nuestro prójimo"

En el regreso a su actividad pastoral el arzobispo de Corrientes, presidió en la Basílica la Misa de inicio del Año Mariano Nacional. COMPARTIMOS LA HOMILÍA COMPLETA.
 


Los feligreses colmaron la Basílica de Itatí y le dieron una calurosa bienvenida a monseñor Andrés Stanovnik en el regreso a su actividad pastoral, luego de meses de ausencia debido a problemas de salud. 


Concelebraron la Misa, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el vicario general de la arquidiócesis de Corrientes, padre José Billordo, el rector del santuario, padre Porfirio Ramírez fdp y sacerdotes de las distintas parroquias de la Iglesia Particular de Corrientes. 

Monseñor Andrés agradeció las muestras de afecto recibidas durante su convalecencia, y manifestó “el tema de hoy no es mi enfermedad, tenemos otros temas más importantes.

Estamos contentos y agradecidos porque la Iglesia nos regala todo un año para la Virgen”. 
“En efecto hoy damos inicio en nuestra arquidiócesis, junto todas las Iglesias particulares del país, este año Jubilar Mariano, el cual concluiremos el 8 de diciembre del año próximo. El motivo que dio origen a este acontecimiento son los 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen del Valle en la cueva de Choya, en San Fernando del Valle de Catamarca”, dijo. 

Homilía en la Misa de inicio del Año Mariano Nacional

Aquí estamos, querida y tierna Madre de Dios y Madre nuestra, Señora de Itatí, contentos y agradecidos porque la Iglesia nos regala todo un año para vos. Aún sentimos la honda emoción que nos produjo tu visita en la imagen peregrina de la Virgen de Fátima, derramando gracia y misericordia, y providencialmente preparando nuestros corazones para iniciar hoy el Año Mariano Nacional.

En efecto, hoy damos inicio en nuestra arquidiócesis este año jubilar mariano, el cual, Dios mediante, concluiremos el año próximo para esta fecha. El motivo que dio origen a este acontecimiento son los cuatrocientos años del hallazgo de la imagen de la Virgen del Valle en la cueva de Choya, en San Fernando del Valle de Catamarca. Aprovechando este significativo aniversario, se llevará acabo, además, el IV Congreso Mariano Nacional, en Catamarca el próximo año, en el que seguramente participaremos también muchos de nosotros.

Hoy tenemos un motivo más para colocar en el centro de nuestra oración: todo el pueblo argentino fue convocado a Luján, para celebrar a esta misma hora la Misa, presidida por el presidente de la Conferencia Episcopal y concelebrada por muchos obispos, con la intención de rezar juntos por nuestra Patria, por la paz, la superación de las heridas de nuestro pueblo y la unidad de todos los argentinos. Nosotros, peregrinos y devotos venidos de diversos lugares de la región del NEA, como por ejemplo: los peregrinos de la 24ª Peregrinación de los municipales con sus familias de la ciudad de Corrientes, que salieron ayer a la madrugada y hoy están aquí con nosotros; los peregrinos de la gran bicicleteada desde Virasoro; los que han venido navegando por el río; muchos otros en vehículos, y todos desde aquí, unidos fervorosamente a la oración de nuestro pueblo argentino, colocamos todas esas intenciones en las manos de nuestra Madre de Itatí.

Hoy es providencial que la Solemnidad de la Inmaculada Concepción coincida con el segundo Domingo de Adviento. En este tiempo de gracia nos estamos preparando para el encuentro con Jesús, el Hijo de María, Señor de la Historia y de nuestras vidas, que viene a nosotros y desea intensamente que nosotros le abramos nuestro corazón y toda nuestra existencia. María, Madre de Jesús y Madre nuestra, está con nosotros para acompañarnos en esa preparación y encuentro con su Divino Hijo Jesús, hermosa expresión que utilizamos para nombrarlo en la oración “Tiernísima Madre”. Preguntémonos cómo nos acompaña y qué nos sugiere ella para encontrarnos con Jesús.

Con el texto del Evangelio que proclamamos hoy, quedamos asombrados por la fe de María. A diferencia de Eva, María le creyó a Dios, depositó toda su confianza en la Palabra de Dios, cuando a través del ángel mensajero le propuso una misión que, vista desde lo meramente humano, era imposible de llevar a cabo. Sin embargo, ella creyó porque no hay nada imposible para Dios, y así fue su respuesta final: Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho (Lc 1, 37-38). Ella pronunció su sí, como si dijera “obvio”, y fue fidelísima a ese sí durante toda su vida.

Todo lo contrario de lo que hizo Eva, tal como lo hemos escuchado en el hermoso y profundo relato del libro del Génesis. Junto con Adán, cedieron a la tentación de descartar a Dios de sus vidas y hacerse un proyecto propio, creyendo que así serían más felices. No pasó mucho tiempo para que esa convivencia se desmoronara y empezaran a buscar un culpable de su desgracia. Así sucede cuando pretendemos vivir sin Dios. Pero, a pesar de nuestra indiferencia, Dios no nos abandona. Él hallará el camino para que volvamos a encontrarnos con su amor. Así lo deja traslucir en el texto donde él anuncia su victoria al referirse a la serpiente, símbolo del misterio del mal, que confundió el corazón de Eva y de Adán, con palabras fatales: Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón (Gen 3,15). María es esa mujer que, con su sí inquebrantable y fiel a la voluntad de Dios, aplastó la cabeza del mal.

Gracias a esa respuesta firme y total de María a Dios, el mal no tiene futuro. Ella es ahora esperanza segura, porque Dios la hizo Puerta del Cielo para que él pudiera bajar y hacerse peregrino con nosotros, para que nosotros podamos subir con él a la patria del cielo para la cual fuimos creados. Inmaculada quiere decir que Dios la preparó y encontró en ella la criatura toda de él y toda de su pueblo. Por eso, con mucho acierto nos proponen que para el Año Mariano nos inspiremos en el lema: María, Madre del pueblo y esperanza nuestra. Durante todo un año nos invitan a dirigir nuestra mirada creyente hacia la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, pero no para quedarnos contemplándola, sino para escuchar de sus labios: Hagan todo lo que él les diga (Jn 2,5). El íntimo deseo de María es que conozcamos más a su Hijo Jesús, nos encontremos con él, y hagamos lo que él nos diga, porque esa fue su experiencia, esa experiencia la hizo dichosa, y ella la quiere también para nosotros.

Para concluir, y tomando la recomendación que nos hace la Inmaculada en esa frase suya hagan todo lo que él les diga, podríamos hacernos esta pregunta: ¿Qué querrá decirnos hoy a cada uno de nosotros con esa invitación? Seguramente que él, Jesús, desea para nosotros lo mismo que quiso para ella: que hagamos la voluntad de Dios, así como nos enseñó él mismo en el Padrenuestro. ¿Y cuál es la voluntad de Dios? La respuesta es muy simple, pero de no tan fácil realización: que amemos a Dios y, amados por Él, amemos a nuestro prójimo hasta las últimas consecuencias como lo hizo Jesús con cada uno de nosotros. Cuando Jesús oró al Padre, de su corazón salió este deseo: Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste (Jn 17,21).

El deseo de María, Madre del pueblo, madre de hijos y de hermanos, coincide con el deseo de su hijo Jesús, quien nos revela cuál es la voluntad del Padre: vivir como hijos de Dios y hermanos entre todos. Eso es posible gracias a María, Madre del pueblo y esperanza nuestra, que nos entregó a Jesús para que estrechamente unidos a él y mediante su gracia, seamos testimonio de unidad, jamás renunciemos al diálogo, trabajemos incansablemente para incluir a todos, y seamos constructores de puentes y lazos de amistad en el matrimonio, en la familia, en el trabajo, en la función pública, y especialmente allí donde se han fabricado distancias, desconfianzas, enfrentamientos y odios. Nuestro presente y nuestro futuro será aquello que sembremos hoy.

Por eso, María, Madre del pueblo y esperanza nuestra, ayúdanos y protégenos de todos los peligros, especialmente del peligro de la división y la discordia en nuestro pueblo y en los pueblos hermanos del continente. Te pedimos muy especialmente que pongas entre tus tiernas manos a nuestras familias y las cuides; protege a nuestros pobres, a todo nuestro pueblo, y a los que nos gobiernan. Acompáñanos muy de cerca y muéstranos a tu Hijo Jesús en el año que iniciamos dedicado enteramente a vos, ¡Tierna Madre de Itatí! Amén.

La fiesta de la Inmaculada Concepción 


Anoche se realizó, en el atrio de la Basílica, un festival musical con la actuación de conjuntos musicales, y a la medianoche fue el saludo a la Virgen de Itatí. 


Una multitud participó de esta ceremonia, en su mayoría provenientes de la provincia de Misiones, quienes con las luces de los celulares dieron un marco espectacular a este momento, que constituye el quinto y último saludo del año a la Patrona del Litoral.

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1- Liliana 08/12/2019 - 20:20hs

Una BENDICION SU RECUPERACION MONSEÑOR... DIOS LE REGALE SALUD Y MUCHA FUERZA PARA SALIR ADELANTE....MAMA MARIA NOS BENDIJO HOY TENIENDOLO DE VUELTA "AL RUEDO' TODO MI CARIÑO Y ORACION PARA USTED...


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