Atentado a las Torres Gemelas: recuerdos de un artista argentino

El artista plástico digital argentino Alejandro Vigilante se encontraba en Nueva York la mañana del 11 de septiembre del 2001. Estaba diseñando unos murales en el Hotel Marriott frente al World Trade Center en Nueva York, Estados Unidos.

“Con un amigo Hernán Casanova,estábamos en el subte cuando y nos dirigíamos hacia las Torres Gemelas, al salir a la superficie lo primero que hice fue ver fijo la torre y observar cómo se desplomo delante mío como baraja de naipes”, recordó a Sudamericana Alejandro.

También contó que en ese momento corrieron hacia un estacionamiento al aire libre y en un auto se subieron él, su amigo y tres policías “estábamos todos apretados el polvo nos venía encima, me cubrí la cabeza con la remera porque no se podía respirar y quedamos sepultados bajo el escombro y de todo lo que caía de las torres”.

Tapados con sus remeras para poder filtrar aire que respirar, esperaron 20 minutos para salir del vehículo. Los primeros en hacerlo fueron los policías, abrían más de una vez la puerta para asegurarse de que no cayeran más escombros. “En ese momento de espera observé sobre la guantera un Corán, mire hacia un costado y había un recipiente hermético similar a un tupper en el cual se encontraba una cámara Polaroid. Tomé una foto con la particularidad que en el espejo retrovisor estaba colgado un Tasbish, un rosario musulmán, todo muy loco”, narró.

La nube de polvo se había disipado un poco y al salir del auto, algo le llamo la atención: un teclado y un zapato se encontraban sobre el techo. Aturdidos por todo lo que estaba pasando fueron interceptados por los socorristas.

“Lo que me quedó como resumen de lo que viví es lo mal que estamos para que decidan o se les ocurra tirar con avión las Torres Gemelas, eso nos marca como lo que somos como seres humanos, personalmente me cambió la vida la forma de pintar”, manifestó el artista  que después del 11S se dedicó a desarrollar pinturas con claras influencias de los sesenta fusionadas con la era de Internet y las redes sociales a la que llama una experiencia “i-art” o “i-pop”.