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Miércoles 31 de Julio de 2024 - Actualizada a las: 08:10hs. del 31-07-2024
Los oscuros secretos del creador de Backstreet Boys y NSYNC
Lou Pearlman, el magnate y productor de las boy bands más icónicas, utilizó su ingenio para estafar a cientos de inversionistas. Su ascenso y el final trágico de su imperio
Lou Pearlman, un hombre de grandes visiones y ambiciones insaciables, emergió en los años 90 como el genio detrás de algunas de las boy bands más icónicas del mundo. Desde la creación de los Backstreet Boys hasta el meteórico ascenso de NSYNC, su influencia en la música pop fue tan impactante como sus estafas. El documental de Netflix, Dirty Pop: The Boy Band Scam, revela los secretos más oscuros de este magnate de la música, y expone un imperio construido sobre fraudes y engaños.
AJ McLean, uno de los miembros originales de los Backstreet Boys, es una de las voces más contundentes en el documental. Con un testimonio cargado de emociones, McLean reflexiona sobre la influencia de Pearlman: “Sin Lou, no existirían los Backstreet Boys, ni NSYNC, ni mucho menos el pop tal como lo conocemos. Pero las heridas que dejó son profundas, y algunas quizás nunca sanen”. Esta dualidad de sentimientos resuena a lo largo de la producción, mostrando cómo la gratitud por el éxito inicial se entremezcla con la amargura del engaño. “No regían las leyes de trabajo infantil”, ironiza Howie Dorough, otro de los integrantes de los Backstreet Boys.
Nick Carter, otro miembro clave de la banda furor de fines de los 90, aparece en el documental a través de material de archivo. Habla sobre la formación del grupo y el papel crucial que jugó Pearlman en sus inicios. Su testimonio resalta la ironía de cómo una persona que fue fundamental para su éxito también fue responsable de tanto dolor y conflicto.
Dorough describe a Pearlman como un “buen vendedor y un maestro en mostrar al mundo cómo podía convertir a casi cualquiera en una estrella”. A pesar de las controversias y los crímenes que eventualmente salieron a la luz, admite sentir una cierta gratitud: “Aún hay una parte de mí que está agradecida por lo que hizo por mi carrera. Sin él, no habría tenido las oportunidades que tuve”.
Chris Kirkpatrick de NSYNC, ofrece un relato más sombrío y directo. “Lou siempre pedía que mantuviéramos todo en secreto. En los comienzos, nos recordaba constantemente que no debíamos hablar sobre la banda”, relata Kirkpatrick. Esta cultura del secreto creó una atmósfera de desconfianza que se exacerbó cuando NSYNC descubrió que Pearlman se estaba llevando una gran parte de sus ganancias.
“Me sentía como un títere. Hacíamos lo que él nos decía sin saber por qué. La persona en la que más confiábamos era un estafador”, sentenció.
Erik-Michael Estrada, miembro de O-Town, añade una capa de complejidad emocional a la narrativa. “Mis sentimientosson de total dualidad”, dice. “¿Cómo puedo sentirme así por alguien que le quitó tanto a tantas personas, pero que también dio tanto a millones en todo el mundo?”, agrega conmocionado.
Michael Johnson, ex baterista de Natural, tiene una mirada íntima y crítica. Describe cómo Pearlman financiaba las carreras de los Backstreet Boys y NSYNC con los fondos obtenidos de sus esquemas fraudulentos. Johnson, quien también es productor ejecutivo del documental, recuerda cómo vivió con Pearlman durante siete años: “Era como vivir con un genio y un estafador al mismo tiempo. Podía ser increíblemente generoso, pero todo tenía un propósito oculto”.
De hecho, el documental también aborda la controversia sobre las alegaciones de conducta inapropiada por parte de Pearlman. Erik-Michael Estrada de O-Town y Chris Kirkpatrick de NSYNC comparten sus experiencias, destacando comportamientos sospechosos pero sin llegar a acusaciones directas. “Nunca vi nada, no fue parte de mi experiencia”, comenta Estrada, mientras Kirkpatrick recuerda momentos incómodos: “Pearlman siempre hablaba de mantenernos en forma, tocándonos los brazos, queriendo ver nuestros abdominales. Era inapropiado para alguien de su edad”.
Las voces de estos artistas, entrelazadas con la narrativa de Dirty Pop: The Boy Band Scam, pintan un retrato complejo de Lou Pearlman. Un hombre capaz de crear estrellas y al mismo tiempo destruir sueños, dejando un legado de éxito y traición que sigue resonando en la industria de la música pop.
Johnson, quien trabajó estrechamente con Pearlman, revela una perspectiva íntima de un hombre que era tanto un visionario como un estafador. Su testimonio revela cómo Pearlman podía ser amable y generoso, prestando su jet privado a Johnson para asistir al funeral de su abuelo, mientras orquestaba uno de los fraudes más grandes en la historia de Estados Unidos. “Lou era uno de los personajes más complejos que he conocido. Era un genio que aplicó su intelecto de manera destructiva”.
Las estafas y escándalos de Lou Pearlman
Detrás del brillo y el glamour de los escenarios, Pearlman orquestaba uno de los esquemas Ponzi más grandes en la historia de los Estados Unidos, defraudando a inversionistas por más de 300 millones de dólares. Este esquema involucraba la creación de empresas ficticias y el uso de contratos y balances falsificados para convencer a los bancos de prestarle dinero. La ilusión de rentabilidad que Pearlman creó terminó colapsando, lo que desembocó en las demandas y juicios que expusieron su verdadero rostro.
Las revelaciones sobre sus estafafas comenzaron a salir a la luz a finales de los 90, cuando los artistas que él manejaba empezaron a cuestionar sus prácticas. Brian Littrell, de los Backstreet Boys, fue uno de los primeros en tomar acción legal contra Pearlman, demandándolo por fraude y representación injusta. A esta demanda le siguieron muchas otras, incluyendo la de NSYNC, que resultaron en la ruptura de los contratos y la desvinculación de Pearlman como su manager.
En 1998, los Backstreet Boys como banda demandaron a Pearlman, alegando que apenas habían recibido 300.000 dólares mientras él se embolsaba millones. AJ McLean, entre ironía y resignación, describió a Pearlman como “el sexto miembro del grupo”, debido a su insaciable toma de beneficios.
Poco después, NSYNC siguió el mismo camino legal, librándose del control de Pearlman y lanzando su emblemático álbum No Strings Attached (Sin ataduras), que simbolizaba su liberación.
Estos conflictos legales marcaron el comienzo del fin para Pearlman.
Cómo funcionaba el esquema Ponzi de Pearlman
El núcleo del imperio criminal de Pearlman fue un esquema Ponzi que se extendió durante más de dos décadas, defraudando a inversionistas por más de 300 millones de dólares. En este tipo de fraude se utilizan los fondos de nuevos inversionistas para pagar a los inversores anteriores, creando la ilusión de una inversión rentable. Sin embargo, cuando no se pueden atraer suficientes nuevos inversores para mantener los pagos, el sistema colapsa.
Pearlman engañó a una vasta red de inversionistas, que incluía desde individuos hasta grandes instituciones financieras, convenciéndolos de invertir en una serie de empresas ficticias. Estas compañías, que existían solo en papel, fueron presentadas como negocios legítimos y rentables, utilizando documentación y balances falsificados para parecer auténticos. Entre sus empresas ficticias se encontraba Trans Continental Airlines, que supuestamente era una aerolínea exitosa, y Trans Continental Savings Program, un programa de ahorros que no existía en realidad.
Era un maestro de la manipulación financiera. Utilizaba contratos falsos, estados financieros y auditorías inventadas para convencer a los bancos y a los inversionistas de la legitimidad de sus empresas. Su habilidad para falsificar documentos era tal que incluso creó estados bancarios y declaraciones de impuestos completamente ficticios para sustentar sus mentiras. Estas tácticas le permitieron obtener préstamos y financiamiento que nunca tuvo la intención de pagar.
Uno de los aspectos más notorios de su fraude fue el uso de seguros. Pearlman creó una empresa de seguros que aseguraba los dirigibles de otra de sus compañías, y luego orquestaba accidentes para cobrar el dinero del seguro. Este dinero era luego canalizado hacia sus proyectos musicales, financiando las carreras de los Backstreet Boys y NSYNC.
La red de engaños de Pearlman comenzó a desmoronarse en 2006 cuando los inversionistas empezaron a exigir la devolución de su dinero. Sin nuevos fondos para sostener el esquema Ponzi, la verdad salió a la luz.
El FBI y otras agencias de investigación financiera lanzaron una investigación que culminó en la revelación de la magnitud de sus fraudes, y en 2007, Pearlman fue arrestado en Bali, Indonesia, tras intentar escapar de la justicia. De allí fue extraditado a los Estados Unidos, donde enfrentó múltiples cargos.
En 2008, fue condenado a 25 años de prisión por conspiración, lavado de dinero y fraude bancario. Durante su juicio, se conoció que Pearlman había defraudado a cerca de 2.000 personas, muchas de los cuales habían invertido sus ahorros de toda la vida en sus fraudulentas empresas.
La severidad de su sentencia reflejó la magnitud de sus delitos y el profundo impacto que tuvieron en las vidas de sus víctimas.
En 2010 sufrió un derrame cerebral que deterioró su salud, y, finalmente, en 2016, murió en prisión, donde cumplía su condena.
El legado de Pearlman es complejo. Por un lado, catapultó a la fama a algunas de las boy bands más influyentes de la historia, dejando una marca indeleble en la cultura pop. Pero su avaricia y falta de ética mancharon su reputación y afectaron profundamente a los artistas que confiaron en él.
El documental profundiza en esta historia con una narrativa cautivadora y revelaciones impactantes. Utilizando tecnología de deepfake, el documental recrea la figura de Pearlman, permitiendo a los espectadores confrontar al hombre detrás de la máscara. Esta técnica, aunque controvertida, añade una capa de autenticidad a la serie, proporcionando una mirada íntima al mundo de engaños y traiciones que Pearlman construyó.
“Es como si Lou Pearlman estuviera hablando directamente con nosotros”, comenta David Fine, uno de los directores del documental. “Queríamos mostrar la dualidad de su carácter, cómo podía ser encantador y convincente mientras planeaba sus fraudes”.
La serie también incluye una rica colección de archivos, ofreciendo una ventana nostálgica a los años 90 y capturando la esencia de una era dorada para las boy bands.
La serie explora el impacto humano de sus acciones y deja una pregunta persistente: ¿Cómo alguien con tanto talento para descubrir y nutrir a artistas también pudo ser capaz de traicionar esa confianza de manera tan devastadora?
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