Sociedad
Lunes 16 de Septiembre de 2024 - Actualizada a las: 11:20hs. del 16-09-2024
Sastre correntino que se convirtió en el último dandy porteño
Con 40 años, Francisco Gómez es el sastre más joven del país y usa las redes, donde tiene casi 40.000 seguidores, para mostrar un oficio que parecía encaminado a desaparecer en la era del casual wear y la fast fashion. La historia de la réplica del uniforme de San Martín que lo hizo famoso.
Cada día Francisco Gómez se levanta a las 05:30. Desayuna algo y se pone ropa deportiva. Va al gimnasio y hace su rutina. Cuando sale, parece otra persona: pantalón de vestir, camisa, corbata, chaleco y saco. El traje completo, como si fuera un hombre del 1900 (menos la galera). Gómez ya es “Franciscano”, el sastre más joven del país. Y uno de los últimos, si no el último, de los dandys porteños.
“Ser sastre es un estilo de vida”, afirmó Francisco a TN. “Un buen sastre es uno que tiene que transmitir los mismos valores que quiere inculcar en su cliente. Si de repente vos venís a mi local y me ves en chancletas y joggineta, sería muy raro”, se río este amante del buen vestir que suma casi 40.000 seguidores en su cuenta de Instagram (@franciscanosastre), una herramienta clave en su afán para revivir un oficio que parecía encaminado a desaparecer en la era del casual wear y la fast fashion.
De Corrientes a Buenos Aires, hilvanando el sueño de ser sastre
Francisco nació en Corrientes capital hace 40 años y en principio, nada predestinaba este hijo de un albañil y una empleada doméstica a pasar sus días entre telas italianas e inglesas, moldes, tijeras, hilos y agujas en su sastrería del prospero barrio de Recoleta.
“Vengo de una familia humilde y a los 20 comencé a trabajar en una empresa textil tras hacer estudios de marketing. Fue allí que descubrí ese mundo”, dijo Gómez a TN. Lo había picado el bicho de la pilcha y se inscribió en un curso básico de corte y confección y moldería en un centro de oficios de Cáritas. Aunque un día, en una charla con su mamá, ella le recordó que cuando era chico, él se achicaba la ropa que les regalaban para adaptarla a su cuerpo. “Entonces evidentemente ya estaba el interés”, dijo.
Gómez continuó su formación de manera autodidacta, leyendo libros de sastrería y mirando videos de YouTube como cualquier millennial. Entonces se pasaba horas a desarmar prendas para entender cómo estaban hechas. “Eso me sirvió muchísimo porque en principio no tenía recursos para trasladarme a un lugar importante y estudiar”, explicó Gómez.
Cuando la empresa en la que trabajaba se fundió, le dieron unas máquinas como parte de pago y Francisco comenzó a interiorizarse en el diseño de indumentaria y creó una línea de ready to wear en tela de punto, con chombas, remeras y pantalones.
Pronto, Gómez se dio cuenta de que si quería profundizar en su amor por el oficio de sastre, tenía que dejar atrás Corrientes y emprender el viaje a la Capital, donde tendría una mayor clientela. Tenía 25 cuando llegó por primera vez a Buenos Aires y “descubrió un mundo completamente distinto, que desde una provincia es mucho más difícil imaginar”.
El joven sastre vivía en un departamento prestado, con pocos pesos en el bolsillo y firmemente agarrado a su sueño de hacer ropa masculina a medida. “Si ya lo estaba haciendo en Corrientes, puedo empezar de vuelta acá”, pensaba.
“Ya tenía una técnica adquirida y gracias a algunas recomendaciones, me caí con un sastre italiano, Natalio Argento, un gran maestro que me ayudó a pulir lo que yo venía haciendo. Para mí fue como un certificado de que lo que estaba haciendo estaba bien, me dio mucha más confianza en el trabajo que desarrollaba”, dijo Gómez, que suele juntarse una vez por semana con su maestro -hoy amigo de 82 años- a tomar un café e intercambiar opiniones sobre sus distintos trabajos.
El sastre millenial
“La sastrería era un oficio que estaba cayendo, no había una generación joven de sastres. Hoy en día los que están en el país son personas mayores, de hecho, soy el más joven con 40 años”, sostuvo Francisco, que creó hace poco la Asociación de Sastrería Argentina para “resguardar el oficio” y “promover lo que es la sastrería 100% artesanal”.
Su carrera porteña comenzó al mismo tiempo que nacía Instagram y Francisco está convencido que sin la red de fotos cuadradas “no habría Franciscano Sastre”. “Soy el millennial que aprovechó los recursos nuevos para poder mostrar un oficio que estaba perdido en el país, el paso a paso de cómo se hace una prenda, y eso me permitió viajar por el mundo”, dijo Francisco, que fue invitado al Puitti Uomo, la mayor feria de sastres, que tiene lugar en Florencia, Italia.
Del oficio, Francisco afirma que le gusta muchísimo “el contacto con el cliente” y “poder leer el cuerpo del otro y resolver las necesidades de esa persona que por ahí no entra dentro de los parámetros de las marcas de la moda, desarrollar una moldería para ese cuerpo y comenzar a trabajar hasta encontrar esa perfección con la que el cliente sienta satisfecho”.
Según dijo, cuando el cliente se calza por primera vez el traje y ve cómo cae en el cuerpo, cómo marca la estética y su figura, “se le cambia completamente la cara, le da otra impronta y seguridad”. “Es una alegría sentir de que todo el proceso llegó a un buen puerto”, sostuvo.
Hacer un traje a medida puede llevar desde 60 hasta más de 100 horas de trabajo, ya que el 90 % es cosido a mano. “En la sastrería artesanal a medida se trabaja con aproximadamente 45-60 días de anticipación, porque en promedio entre hacer las pruebas al cliente, los procesos de planchado por los que pasa la tela y tener el traje terminado pasan casi dos meses”.
En la sastrería bespoke se trabaja solo con materiales nobles: “una prenda tiene que estar hecha con una tela que esté hecha 100% de lana o 100% algodón o 100% seda”.
“Eso va a asegurar que la prenda va a resistir y podrá ser heredada por por lo menos dos generaciones más, porque al estar cosida a mano y por los materiales nobles, el sastre va a poder desatar, volver a coser, desatar volver a coser y la tela no va a quedar marcada. Entonces son distintas procesos que aseguran una calidad que se denomina bespoke”.
Cuánto sale hacerse una traje a medida
Hacerse un traje a medida no es para cualquier bolsillo. Según dijo Francisco, un traje 100% artesanal a medida “puede arrancar en un valor de 3000 dólares”, según el tipo de tela que se elija.
Los clientes que consumen sastrería artesanal “son personas que buscan diferenciarse, que no quieren ir a un evento y econtrarse con algien con el mismo con el mismo saco el mismo pantalón, el mismo abrigo”.
En su mayoría son “empresarios o abogados que buscan destacarse”, resumió. También hay jóvenes hijos del poder y “degustadores de servicios”, como Gómez a los clientes que vienen a “vivir la experiencia”.
“La sastrería es un servicio de lujo, entonces hay clientes que gustan del placer de poder hacerse una prenda a medida y disfrutan del proceso y del resultado”, manifestó. También hay consumidores responsables que buscan la sastrería porque es sustentable. Tiene además a varios clientes internacionales que “consumen sastrería argentina” y para los que “venir a Buenos Aires a hacerse una prenda a medida es una fiesta”.
Como bien lo dijo, Francisco Gómez es el embajador de su trabajo. En su IG, multiplica las postales derrochando estilo por las calles de Retiro o frente al espejo en su sastrería.
-TN: ¿Te consideras el último dandy de Buenos Aires?
-(Risas) Sería un poco arrogante... Sí creo que es importante considerarse bueno en lo que uno hace y hay que confíar en uno mismo para poder salir a la calle y llevarse al mundo por delante. Porque sino es muy probable que cuando salgas así vestido te sientas ridículo y observado por todo el mundo. Yo creo que sería el último que trasmite valores del buen vestir masculino en Buenos Aires. El último dandy no, porque todos nos creemos un poco dandy, todos queremos ser un poco Peaky Blinders, ser como esos personajes de series vestidos impecable.
-¿Buenos Aires es una ciudad elegante?
- Quizás uno en el día a día no lo nota tanto, pero yo soy un amante de sentarme en un café en una esquina y ver la gente pasar y ahí te das cuenta que siempre llevan algo, hay un detalle que marca la elegancia en Buenos Aires. Acá hay una una mezcla muy importante entre italianos y españoles, hay mucha cultura italiana y el italiano de por sí tiene una una manera muy particular de combinar colores que mamámos desde la cuna. Aparte me doy cuenta por clientes y colegas que vienen de toda Latinoamérica que siguen observando a Buenos Aires como un punto importante del buen gusto, la elegancia y de la calidad en cuanto al diseño.
El traje de San Martín, un hito en su carrera
Uno de los puntos cúlmines de la carrera de Gómez llegó hace tres años cuando, en plena pandemia, le encargaron desde Corrientes hacer una réplica del uniforme de San Martín, que hoy se encuentra en el Museo Histórico de Yapeyú.
Se trata de una réplica exacta de la vestimenta de gala que utilizó el Padre de la Patria cuando llegó a Chile tras realizar el cruce de Los Andes, brodada con hilos de oro. “Haber hecho esa réplica del uniforme de San Martín para mí cumplió mis expectativas en cuanto a personalidad destacada con la que yo pueda colaborar. San Martín es lo más grande que tenemos, supera a cualquier persona que esté viva”, dijo Gómez, que se declaró “admirador de su obra libertadora”.
Con los museos cerrados, hacer la réplica supuso un “largo y apasionante” trabajo de investigación en el que fue recabando información en enciclopedias, libros, cuadros y documentos oficiales. También consultó a uniformólogos, historiadores y sastres españoles que lo ayudaron a desarrollar toda la moldería “teniendo en cuenta el tipo de cuerpo de un hijo de españoles de esa época”.
“Para mi es una pieza icónica que voy a llevar para siempre en mi memoria. El resultado realmente es increíble. Ahora estoy empezando a crear otra para poder tener acá en una vitrina, ya que hay mucha gente que quiere ver el uniforme, pero Yapeyú les queda lejos”.
El futuro de la sastrería
Francisco está convencido de que los oficios están viviendo un nuevo auge y que la satrería “va a seguir clásica, pero va a ir evolucionando” y que se van a crear cada vez más “piezas versátiles para un consumidor que de repente sale a la mañana para ir al gimnasio, luego va a la oficina y sigue derecho a un evento”.
En su opinión, este caracter clásico e algo inalterable se debe a que “la sastrería es una arquitectura perfecta”. “Si a un edificio le sacas columnas, va a colapsar. La sastrería es exactamente igual: para que un saco o una chaqueta caigan y tengan esa estructura perfecta, tiene que estar hecha bajo los mismos métodos”, sostuvo. En su opinión, la sastrería sobrevive al ir y venir de las modas porque “cuando una persona necesita estar impecablemente vestida, siempre recurre a una pieza de sastrería”.
Clásico, sí, pero no estancado. Francisco considera que los pedidos de los clientes, inspirados en series o “el traje que se puso Messi para el último Balón de oro”, al sastre “le ayudan a a refrescar un poco la cabeza”.
Y así, esté con su cinta métrica colgada alrededor del cuello en su local, trabajando en una prenda, o caminando por las calles de Retiro con la cabeza repleta de sueños, Francisco Gómez, sigue fiel a su ideal. Lucir bien, siempre, pero no pour la galerie. En su opinión, no hay que perder de vista que “lo más importante que podemos hacer es vestirnos lindos para nosotros mismos”.
Los tips del sastre más joven del país para elegir un traje y lucir elegante
- El color del traje: “Hay como una pequeña regla en sastrería y es que tu primer traje tiene que ser azul. Después el segundo traje debería ser gris. El tercero y cuarto pueden ser lo que denominamos ‘de fantasía’, que puede ser una pequeña raya, un pequeño cuadrito muy sutil, que te ayude a combinar con esos otros trajes azul y gris que te has comprado anteriormente. En el caso de que asistas a eventos protocolares, se puede comprar un traje negro. El traje negro está muy usado en el día a día, pero en realidad debe usarse de noche y para eventos protocolares, entonces el traje negro es siempre la última opción.
- El largo de la manga del saco: “El puño de la camisa toca el nacimiento de la mano y el saco tiene que estar un centímetro y medio o dos por encima del puño de la camisa. Eso es como una regla básica. Cando vos estás parado con los brazos hacia abajo, siempre se tiene que ver tiene que tener como una luz del puño de la camisa y por encima el puño del saco.
- El largo ideal del pantalón: “Lo ideal sería que la parte de adelante del pantalón toque la primera hilera de los cordones y, por detrás ,proporcionalmente un centímetro y medio más largo que adelante”.
- ¿Se cierran todos los botones del saco?: “El último botón siempre queda desabotonado, lo mismo sucede con el chaleco. Esto te va a dar más movimiento. En la evolución de la sastrería, estos botones cumplen una función más estética que funcional”.
TN
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