Sociedad
Sábado 05 de Julio de 2025 - Actualizada a las: 13:05hs. del 06-07-2025
María Encinas rompe barreras dentro y fuera de la cancha
Fue la primera mujer en Corrientes en recibir la certificación federal de arbitraje. Dirige partidos masculinos, estudió en Junín, trabaja con niños con discapacidad y habla con una claridad que incomoda al machismo que aún persiste en el fútbol. Esta es la historia de María Encinas, una árbitra que entiende el respeto como algo que se gana con formación, carácter y pasión.
María Encinas se convirtió en la primera mujer de Corrientes en recibir la certificación federal de arbitraje. Dirige partidos masculinos, estudió en la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA) y trabaja con niños con discapacidad. Con claridad y firmeza, desafía los estereotipos que aún persisten en el fútbol.
“En el fútbol siempre se habla de hombres, se asocia el arbitraje con lo masculino. Pero hay mujeres también, y hay muy buenas”, explica. Su historia no empezó con sueños de infancia ligados a la cancha; María estudiaba Educación Física y compartía aulas con compañeros que jugaban en clubes afiliados a la liga. “Siempre hablaban de sus partidos, se quejaban del árbitro, discutían jugadas. Y yo, que no venía de ese mundo, empecé a preguntarme: ¿por qué no conocerlo desde adentro?”.
Esa curiosidad se convirtió en vocación. Comenzó a formarse en la Liga Correntina como árbitra provincial y luego dio un paso más grande: viajó periódicamente a Junín, Buenos Aires, para estudiar en la UNNOBA y recibirse como árbitra federal. “Viajaba cada tres semanas, fue mucho esfuerzo, pero lo logré. Y sí, lo soñé todos los días. Era difícil, parecía lejano, pero lo conseguí”, dijo con una sonrisa que guarda tanto orgullo como determinación.
Hoy dirige partidos masculinos y categorías formativas, y se prepara a diario como cualquier árbitro profesional. “A veces la gente piensa que una mujer no tiene la capacidad de estar al frente de un equipo. El fútbol sigue siendo un ambiente muy machista. Pero eso está empezando a cambiar”, afirmó.
La cancha no es sólo un campo de juego: es un espejo social. María lo vive cada fin de semana. A veces son gritos aislados. Otras, insultos sostenidos. Muchas veces, agresiones desde las gradas. “Lo más triste es escuchar a una mujer insultar a otra mujer. Es doloroso. Una está haciendo su trabajo y, sin embargo, hay muy poca empatía”, contó.
María rechaza la idea de que la violencia verbal sea parte del “folclore” del fútbol. “El folclore es otra cosa. Es el niño que recibe una camiseta, el canto de la hinchada, el abrazo después de un gol. No los insultos ni la agresión”, señaló.
El problema no es exclusivo del fútbol profesional. En las categorías infantiles, la tensión también se siente. Comentó que “hay padres que gritan más que los chicos, y no se dan cuenta del daño que hacen. ¿Qué provoca eso en un niño que sólo quiere divertirse? ¿Realmente disfruta o está estresado por lo que escucha desde la tribuna?”.
María ve ahí un rol fundamental del árbitro como formador. “La formación no es sólo para el jugador, sino también para el cuerpo técnico, los padres, todos los que participan. No se trata sólo de ganar, sino de aprender y crecer. Y eso no se logra desde la violencia”, cerró.
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